POR UN PAÍS AL ALCANCE DE LOS NIÑOS - GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Disponible en: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-179534
Aporte de Gina Marcela López
Nuestro Nobel describe cada transformación que ha sucedido en nuestra nación, de una manera eminente y extraordinaria, pero que lastimosamente y a causa de las transformaciones ésta tomo un rumbo diferente que nos ha llevado a que actualmente posea grandes vacíos en la educación, el autor difiere en que ésta sea apta y alcanzable para los niños y la describe como conformista y represiva.
Considera que son los niños quienes poseen ideas frescas que conllevan a engrandecer y transformar este hermoso lugar y a gozar de todas sus riquezas.
La historia de nuestro país contiene hechos dolorosos, crueles, discriminatorios, y el autor así las mencione, lo hace de una manera que no nos permite dar importancia a esto, sino que nos lleva a resaltar las bondades y riquezas que poseemos nacionalmente.
Considero que ésta es la manera correcta de promulgar nuestra historia, enfocando cada hecho desastroso en una enseñanza y no en una transmisión de información que queda plasmada generación tras generación.
Como adultos tenemos la responsabilidad de cambiar esta imagen con la que nos educamos todos, y es en los niños donde debemos sembrar cada pensamiento tangible, social y humano, que permita el fortalecimiento de sus valores, de su amor propio y por supuesto de respeto hacia el prójimo.
Es válido soñar, y es posible direccionar nuestras acciones hacia esos sueños, que si bien están en la mente de un niño nos indica que tienen mayor probabilidad de convertirse en una realidad.
Aporte de Lina Magdalena Montoya
El texto que nos regala este nobel literario es un viaje a través de la historia de la colonia y la conquista en nuestro país, haciendo comparaciones entre la actitud de nuestros ante pasados y la que hoy día adoptamos los colombianos; los cuales pese a tener un país con una riqueza natural exorbitante, con amplia diversidad de fauna y flora, tradiciones arraigadas y un sentido de patriotismo a flor de piel, no logramos del todo luchar por una mejor sociedad para nuestros compatriotas, pues mientas unos son más ricos, los pobre siguen siéndolo cada vez y por la cultura arrolladora del consumismo impuesto en nuestra época, esto pasa a un segundo plano, importándonos solo el acaparar y acaparar.
Es un texto que nos permite identificarnos y reflexionar frente a la situación actual del país, de hecho, nos permite replantearnos nuestra posición frente a diversas esferas de la vida, enfocando al lector a lo realmente importante, la vida.
Aporte de José Daniel Cáceres Galindo
El autor Gabriel García Márquez, pretende en este artículo mostrar una Colombia de contrastes. Una región que desde sus inicios ha tenido mucha riqueza tanto natural, como material e intelectual, pero que la ha desaprovechado y la ha cambiado ante la primera oferta. Nuestra realidad hoy en día no es distinta a la de la conquista o la colonia. Desde los inicios de nuestra amada Colombia, los llegados de otros países “más desarrollados”, nos han examinado, han visto nuestro potencial, han deseado nuestra riqueza, han identificado nuestra debilidad y se aprovechado para quitarnos lo que nos pertenece y someternos a una forma de vida que no es la nuestra y que aunque nos dé alegrías pasajeras (como las que ofrece el consumismo), nos aleja de la plena felicidad. Por eso nos vemos obligados a trabajar mucho para comprar cosas que aunque no mejorar realmente nuestra calidad de vida, las necesitamos para aparentar ante los demás. Y en ese camino, nos volvemos herramientas de trabajo y perdemos nuestra humanidad; nos volvemos egoístas y dejamos de compartir porque lo que demos nos hará falta después; caemos en la rutina del trabajo por el placer y terminamos haciendo a un lado los verdaderos placeres de la vida, como compartir con nuestros hijos y nuestros seres queridos. La vida transcurre así y en un instante nos damos cuenta que no vivimos para nosotros sino para el sistema que nos limita y esclaviza. Siempre os creímos libres pero no fuimos más que siervos de una política estatal arrodillada a las grandes economías y los intereses internacionales.
En ese camino hemos perdido nuestra identidad y nuestra esencia como colombianos y nuestro sistema educativo no ha sido diseñado para transformar esta realidad. El país al alcance de los niños que sugería García Márquez, se aleja por la falta de inversión y cambios de paradigmas en la forma de ver la realidad. Seguimos inculcándoles a nuestros estudiantes que es malo ser conformistas, pero tampoco les enseñamos a ser inconformes con las realidad negativas que nos aquejan. Esa falta de congruencia que nos propone el autor es lo que nos impide aprovechar nuestras habilidades, nuestras capacidades, nuestra creatividad y capacidad de adaptación para salir adelante juntos y luchando por el bienestar común, por encima de nuestros intereses particulares, como siempre debió ser.
Aporte de Marcela Garzón
El texto de Gabriel García Márquez, un país al alcance de los niños, hace un bello y profundo recuento de nuestra historia, de las herencias que como nación permanecen, así como una reflexión crítica de profundo contenido sobre nuestro presente y devenir, un llamado a la educación a la inserción de las ciencias y las artes en la cotidianidad, y un reconocimiento de nuestra idiosincrasia tan particular, de pasión por la vida y ser capaces de todo.
Resalta de manera bella y bien cuidada, la herencia de la colonia, y su educación y perspectiva de la vida, de esa tradición de miedos, prevenciones, castraciones de imaginación y de sueños que desenlazan en los crímenes más perversos de los que han sido capaces los colombianos.
Una educación que sea inconforme, porque solo en la inconformidad e irreverencia puede generarse la creatividad y el planteamiento de nuevas posibilidades, que la energía creadora de a que somos portantes pueda expresarse de las formas más sublimes, y seamos capaces de reflexionar nuestras realidades y así construir una sociedad nueva, con el poder creativo y la verraquera que es tan colombiana.
Y cuando él dice un país al alcance de los niños, me imagino uno dulce, amable, libre, amante de la vida sin categorías morales que excluyen, un país libre pensante, con libertad de expresión, unido en la diversidad, viviendo con el lado más corazón, científicamente artista.
Aporte de Gabriel Humberto Forero Sánchez
Hemos sido conquistados hace cinco siglos y aun nos preguntamos por qué nos vinieron a despojar de todo si cuando llegaron lo único que brindamos fue hospitalidad, estar vestidos de oro fue tal pecado que no importaba el costo fatal de sus poseedores, no importaba que fuera una vida la que en su nariz llevar un latón de oro, y que solo el brillo del poder económico representara una lucha por conservar una identidad que fue robada sin ningún prejuicio en lo considerábamos un paraíso hace cinco siglos atrás.
La pregunta es, por que no hubo respeto a las cultura de sus habitantes, no solo en Colombia en Latinoamérica, se tenía una cultura Inca con una enorme riqueza cultural y ancestral y bueno no es necesario salir de Colombia para conocer la sabiduría reflejada en sus habitantes de entonces y en ese basto conocimiento e identidad única que nos caracterizaba.
La llegada entonces de una raza nueva proveniente e África con una fuerza laboral única para el trabajo de las minas y la expropiación de los tesoros de los que fuimos desojados, era necesario entonces ese mestizaje indiscriminado y violatorio de toda calidad de vida.
Siempre acompañados en cada uno de los capítulos d la historia por todo tipo de guerras, desde que nos sacudimos que las personas que venían solo querían llevar la riqueza de nuestras tierras y que de bondad no había nada, pasan los años y buscar la libertad sigue siendo un sentido bélico y guerrerista y sigue pasando el tiempo y aun así no paramos el estar en conflicto por un sentido que ya no es de convivencia sino de supervivencia,
Entonces si es importante hoy hacer ese alto en el camino y preguntarnos, quienes somos y para donde vamos, y preguntarnos una y otra vez , quienes somos y para donde vamos, no podemos continuar en un proceso de destrucción y seguir así, así como si no pasara nada.
LA GÉNESIS DE LA COLOMBIA ACTUAL – WILLIAM OSPINA
Disponible en: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-13202353
Aporte de Gina Marcela López
Como lo menciona el autor en este interesante ensayo, La realidad de nuestra historia nos muestra periodos en los que el ser humano se educó en el racismo, la intolerancia, la falta de libertad de expresión, la avaricia, y todo aquello que conlleva a la violación de los derechos humanos.
La participación y el ejemplo de los grandes mandos gubernamentales y eclesiásticos, formaron ciudadanos con pensamientos egoístas y ambiciosos, y sin quererlo nosotros mismos transmitimos toda esta información en las nuevas generaciones.
Nuestro país está lleno de riquezas que no aprovecha y que sus gobernantes no encaminan hacia el progreso y bienestar social, Ospina nos hace una comparación con países más pequeños y con menos recursos, pero bien dirigidos, y que utilizan lo poco que tiene en pro del ciudadano, donde éste es considerado el principal destinatario de la inversión pública.
Aporte de Lina Magdalena Montoya
Al leer el texto de este escritor colombiano, percibo un alto nivel de rabia en sus letras, algo desagradable para mí como lectora, por otra parte me parece un texto poco objetivo, superficial y critico sin ninguna propuesta, es decir, atacar la iglesia católica desde la conquista y generalizando a una institución por la conducta de unos pocos me parece irrespetuoso, del mismo modo que me parece utilizar términos como “hipócritas” cuando se está hablando de la región que profesa la mayoría de los Colombianos, dentro de los cuales me incluyo yo.
Se culpabiliza a la iglesia católica y a los sacerdotes por infinidad de asuntos, mientras que al gobierno de le mira como un “administrador”, al cual si se hace referencia de manera respetuosa.
No veo ningún aporte en este texto para mi formación, me parece que no es más que una mirada subjetiva la cual no es de mi interés.
Aporte de José Daniel Cáceres Galindo
Reflexionando un poco sobre lo que plantea William Ospina, vemos que hemos vivido en un país con una enorme riqueza multicultural y social. El colombiano tanto en la calle como en las grandes galerías de arte se presenta como un gran artista, un innovador, un creativo y un luchador nato que “las no se sabe se las inventa”, pero no queda mal y no se echa para atrás por grandes que sean los retos y las adversidades. La pregunta es ¿por qué no hay políticas de estado para aprovechar todo esto en pro del progreso y el desarrollo de las regiones? ¿Por qué en Colombia que se jacta de tantos logros en deportes, música y producciones de televisión, no logramos respetar los puntos de vista de los demás y entablar acuerdos que nos permitan salir del atraso social en el que nos encontramos? Lo que dice el Autor del artículo es muy cierto, en que no hay verdadera inversión social, no se piensa en la gente a la hora de malgastar los recursos públicos. Las obras que se hacen son bastante tímidas y sin visión o proyección (aunque sus costos sean extremadamente inflados). Se hace exagerado hablar de una autopista de 4 carriles en las ciudades, cuando en unos años y ya lo estamos viendo se necesita una de 8 carriles para atender el tráfico local.
Ejemplos de atraso social hay muchos, y seguramente como sugiere William Ospina, tiene culpa histórica la Iglesia, el estado conservador e incluso el pueblo que tal vez ni conoce de su oscura historia (aunque se vea obligado a repetirla). Pero la culpa en gran parte es de las corrientes políticas que han dominado la dinámica política en Colombia en una guerra por el poder y por el manejo a su antojo de los recursos, las instituciones e incluso la misma constitución, sin ni siquiera dar muestras de querer trasformar la realidad del país y atender las nuevas ideas y propuestas que se van ahogando por la presión y la coerción de los grandes dirigentes que se creen dueños del país y por ende de las personas.
Aporte de Marcela Garzón
Del documento de Ospina, no puedo más que manifestar el gusto personal de ver plasmado en bellas letras y palabras precisas un sentimiento y pensamiento que reincide en mi perspectiva de Colombia, incrustada en una religión como la católica que tiene en su fundamento el pecado original y la poquedad del ser como uno pecaminoso que ha de ser sumiso. Y leyendo a Ospina comprendo mi intuición la unión letal entre el gobierno y la iglesia con la mirada moralista que excluye, como lo hacía en aquella época con los matrimonios que no eran por la Iglesia, y es que hoy también miramos medio con extrañez a las madres solteras por ejemplo, un país que ha tendió en su formación una que parte de la poquedad de su identidad, de una identidad perdida, opacada, es más rechazada, con unos modelos lejos de la realidad y con un origen europeo muy mezclado, y así una identidad no clara, y así un ciudadano apocado, que no merece la pena para unas políticas públicas que piensen en su comodidad y pleno desarrollado. Y es que esa moralidad del pecador que nada merece, que es un “igualado”, cuando pretende un reconocimiento propio de la dignidad humana, nos pesa mucho, ese señalamiento demoniaco a la libertad de pensamiento, ese miedo, esa inquisición de pensamiento, de creación, no nos ha permitido más que encasillarnos tristemente y cruelmente en una moralidad prestada, acogida a punta de sangre, que ha llevado a los peores crímenes de lesa humanidad en nuestro suelo colombiano. Ese es el resultado de un desarrollo moralista, excluyente, fundamentalista, que no permite la diferencia, la libertad de pensamiento, la reivindicación de la individualidad y la libre expresión que son sanadores del alma y a cambio está la barbarie que conocemos como colombianos.
Un texto apasionante, corto pero contundente, que más allá de tocar a los creyentes y a su fe, si pone de manifiesto la letalidad del fundamentalismo del clero y su mezcla peligrosa con el poder político y militar.
Aporte de Gabriel Humberto Forero Sánchez
Si señor don William Ospina, nos poco estar en un país donde cada momento desde su época de colonización y demás no hemos sido querido con todo lo que nos brinda un suelo lleno de riqueza, que es tan bueno que lo queremos acabar y él no se deja, pretendemos ser unas grandes potencias de desarrollo y no nos permitimos hacer una mirada atrás y reconocer lo barbaros que hemos sido con nosotros mismos, y si hemos sido barbaros con nosotros mismos como será entonces con las la personas que nos rodean y con todo lo bueno que tenemos a nuestro alrededor.
Queremos estar en un concepto de crecimiento y no hemos sido capaces de desarrollar y multiplicar la esencia mínima de los valores de convivencia para soportarnos y tolerarnos nosotros mismos, no hemos sido capaces de generar respeto y compromiso por lo que puede ser un bien común y de beneficio social, todo lo contrario somos tan capaces de acabar con los bienes de un estado que benefician a una sociedad contar de demostrar un sentido insurgente que ya no existe y que en la mente de los que nos consideramos buenos, no es más que un terrorismo despiadado y cínico.
Que hicimos nosotros, que estamos pagando para tener una clase dirigente, (claro elegida por nosotros mismos) que no busca sino llenar sino sus intereses particulares, olvidada completamente en generar bienes y servicios que beneficien a toda una nación, una clase dirigente olvidando por años quien es su elector y recordando en fechas próximas a elecciones que si existimos y que puede haber algo mínimo de justicia social, claro que nunca se da. Piense que eso es de hacer un alto en el camino y generar un cambio, en el que no sigamos pensando que no pasa nada mientras este país lleno d bondades se siga acabado, es el momento en hacer nuestra autorreflexión y comenzar a generar el cambio que necesitamos.
PANFLETO CONTRA EL POPULISMO CULTURAL - HÉCTOR ABAD FACIOLINCE
Disponible en: http://www.hectorabad.com/panfleto-contra-el-populismo-cultural/
Aporte de Gina Marcela López
Respecto a las reflexiones de Abad Faciolince, comparto varios de los puntos de vista expuestos, pues muchas veces la comunidad sin darse cuenta va perdiendo sus raíces culturales y su identidad debido a los cambios que van surgiendo a medida de los años.
Como menciona el autor, la marcada predilección de algunos artistas, genera éste tipo de confusiones en sus gustos y los hace variar según el auge del momento.
Abad realiza una crítica en referencia a una encuesta realizada por el Ministerio de Cultura, donde no solo se realizaron preguntas irrelevantes que no aportaban nada a la construcción y fortalecimiento de la cultura como tal, sino que por el contrario, eran bastante superficiales y su resultado no contribuia en ningún aspecto.
Considero muy importante en el momento de realizar cualquier tipo de investigación, planear muy bien el objetivo de la misma y enfocar el método de recolección de información con la finalidad de la misma, pues de nada nos sirve realizar un trabajo que arroje aportes irrelevantes y más aún cuando se trata del trabajo de una Institución gubernamental que trabaja por el progreso de la comunidad.
Otro aspecto importante que menciona es que El Ministerio de Cultura debe tener claridad en cuanto al alcance y fundamentación de su cobertura, ya que existen muchos fenómenos o prácticas culturales que no representan ningún beneficio social, y si por el contrario contribuyen con algunas problemáticas importantes.
Este tipo de selección es importante realizarla muy a fondo, con bases argumentativas, ideológicas y filosóficas, y no por medio de encuestas que reflejan las preferencias de los encuestados y a juicio de los mismos.
Las encuestas que no se planifican adecuadamente arrojan resultados estadísticos donde no siempre la mayoría o cantidad tiene la razón, y donde se establecen solo las preferencias de la muestra elegida.
En el artículo se recalca también que la cultura popular debe poder crecer y desarrollarse de manera espontánea, sin ningún tipo de intervención estatal, ya que ésta puede verse manchada por la corrupción o por la predilección individual y personal de los funcionarios, con lo cual estoy deacuerdo, ya que así no cumpliría con la finalidad que se busca y como nos dice el autor “la cultura popular deja de ser tal cuando el estado se inmiscuye”.
Aporte de José Daniel Cáceres Galindo
Primero tengo que decir que es muy interesante el artículo de Héctor Abad Faciolince. Lo que plantea el autor es cierto en cuanto a que la “cultura es todo aquello que producen los seres humanos y los seres humanos son esos entes biológicos que producen cultura”. Esta conceptualización no debería generar problema en los ambientes “académicos e ilustrados”. Pero en las clases populares hay dos formas de ver la cultura y no pueden ser desconocidas. Los primeros relacionan la cultura con la moda o los gustos de la gente “adinerada, estudiada e influyente”. Así por ejemplo es culto quien escucha música clásica, va al teatro, a los conciertos sinfónicos, viste con ropa de marca o le gusta la lectura de publicaciones extranjeras y tiene acceso a las últimas tecnologías para comunicarse y acceder a la información. Los segundos relacionan todas las expresiones artísticas populares con la cultura y a veces no tienen más contacto con la misma. Para ellos sus únicos encuentros y expresiones culturales son el Reinado del pueblo o el concierto del Charrito Negro en tiempo de ferias y fiestas.
Dada esta diversidad de formas de ver la cultura, el autor nos pone a pensar en la labor del Ministerio de Cultura en cuanto a la inversión cultural. La pregunta que surge es: si todo es considerado cultura ¿en qué se debe invertir? Por ejemplo donde vivo, la casa de la cultura (que funciona tres meses del año), invierte sus recursos en la enseñanza musical, principalmente en música llanera: arpa, cuatro y maracas. Pero ¿y las demás expresiones culturales propias del llanero como la artesanía, la marroquinería, la pintura y la literatura? Surge entonces un problema que se debe resolver ya que todas estas expresiones merecen ser apoyadas y promovidas, algunas como sugiere Héctor Abad Faciolince, sin adulterarlas, ni contaminarlas con la llamada modernidad, sino tratando de preservarlas como son para que las nuevas generaciones tengan también derecho a conocerlas, a valorarlas y a seguirlas conservando por mucho tiempo.
Aporte de Marcela Garzón
“La cultura popular deja de ser tal cuando el Estado se inmiscuye. Pasa a ser arte oficial” el autor hace una crítica profunda y seria de una encuesta realizada por el Ministerio de Cultura, y como estas inciden en las políticas culturales de un país, que no tiene muy clara su identidad y que asume elementos populares que por efecto de la presión social y de las dinámicas de la psicología de grupos toman fuerza, haciendo así que en un país multicultural rico en expresiones criollas se sesgue por ritmos y manifestaciones de unas minorías que logran con la coerción de la publicidad y del apoyo del Estado tomar a la identidad de todos, como el caso del vallenato, el reinado de belleza, la feria de las flores, que bien son importantes, no lo son más respecto a otros tantos festivales, como el festival de bandas en Paipa por ejemplo al que acuden jóvenes y adultos músicos de todo el país, pero que al lado de los mencionados no parece muy relevante.
En Colombia las políticas públicas en cultura están mediadas por las emociones y las tendencias de quienes de ellas se encargan, así como de un afán de normativizar una manifestación cultural que nos cobije a todos, que haga el ruido suficiente para avivar la pasión popular, como lo hace el vallenato por ejemplo. Y así entonces el manejo del presupuesto parece responder más a las pasiones de las mayorías, a la cultura de la rumba y del baile, lo que no está mal del todo pero si carece de fondo, de elaboración, de ese toque intelectual que hace grandes a los seres humanos, y así mediado por los índices de popularidad se toman decisiones importantes respecto a la cultura y al apoyo que a esta sede, no importando nada más que ese elemento pasional que mueve las masas. Lejos quedan la poesía, la música, los instrumentos, el teatro, la artesanía y otras múltiples expresiones culturales que merecen ser cultivadas, cuidadas.
Aporte de Gabriel Humberto Forero Sánchez
Nuevamente nos encontramos en la dificultad de definir Cultura, si de definir el concepto de cultura, y es porque de una u otra forma todo tipo de acción, todo tipo de actividad, trabajo u oficio en este país como en la gran mayoría de los pises latinos tienen su Historia, tanto que el adagio popular dice que nosotros celebramos hasta la movida de un catre, como para indicar que todo lo tomamos como fiesta o todo lo tomamos como trascendental.
Entonces si el ministerio de cultura quiere definir que es cultura pues tendrá que construir unas bases filosóficas e ideológicas de tal forma que las actividades sean en realidad dignas de consideración y admiración por toda la sinergia hacia lo bueno y positivo que puedan legar a ser y a generar
Y es que no sería fácil describir el termino cultura si se deja a la elección de una encuesta, que de una u otra forma puede ser desviada por mayoría de electores donde se aplique o por el contrario pueda quedar por fuera alguna muy buena tradición que por falta de electores quede si tener el merecido reconocimiento.
A título personal hoy he tenido la fortuna de participar en todas las principales expresiones artísticas llamemos carnavales o festivales en el país que anuncia nuestro escritor de Abad, Faciolince H.(2013) en el Panfleto contra el populismo cultural, y bueno puedo atreverme a enunciar como un carnaval de negros y blancos es digno de admirar, la creatividad de las carrozas y comparsas son únicas, una batalla flores en el festival de Barranquilla, o el mismo festival e silleteros de Medellín, y en general todas las manifestaciones culturales que se pueden dar en nuestro bien diverso y único país, y por qué modestia aparte traigo a colación estos eventos, porque cuando se vive con sus gentes con sus costumbres se vuelven únicos, quedan en la memoria como actividades vividas que no pueden ser olvidadas por la pasión y actitud de la gente al momento de desarrollarlas.
Hoy desconozco la totalidad de la encuesta y sus preguntas y prefiero estar en condiciones de desconocer cuales son los interrogantes, manifiesta Abad, Faciolince H.(2013) que algunos interrogantes son demasiados obvios de conocer sus respuestas, y por qué lo son, me llama mucho la atención en lo que hace referencia a los patrocinadores de los grandes eventos, pues en su mayoría de veces tiene toda la razón son las empresas de licores, las cuales cumplen con su objetivo comercial a momento de querer recuperar los aportes a sus inversiones y es que es sencillo fiesta sin licos es fiesta?, pues a mi juicio sigue siendo parte del sabor caribe que nos caracteriza, en el que todo lo hacemos fiesta y parranda.
Entonces para no extender más todas estas apreciaciones de diferenciar que es en esencia cultural o no para el ministerio, debe haber un estudio que no haya ningún tipo de implicación política y en esencia tenga la ruptura de los paradigmas necesarios para generar lo que deberíamos considerar un verdadero patrimonio cultural.
REFERENCIAS
Garcia Marquéz. (1994) Por Un país al alcance de los Niños Publicado por El Espectador 19 abr 2014 - 9:00 PM disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-179534
Ospina W. (2013) “La génesis de la Colombia actual”, Fragmento de 'Pa que se acabe la vaina', ensayo de este escritor sobre nuestra realidad. Publicación el tiempo.com. Disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-13202353
Abad, Faciolince H. (2013) Panfleto contra el populismo cultural, El Mal pensante Artículo 1942 disponible en http://www.hectorabad.com/panfleto-contra-el-populismo-cultural
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